Soy un gran admirador del arte cinematográfico, sin embargo, al contrario de cómo me pasa con la música o con el diseño de modas, es una rama artística a la que le dedico muy poca atención, no me quiero ni imaginar cuantas obras imprescindibles me he perdido, pero bueno, cuando me percaté de la existencia de esta película no dudé en verla lo más pronto posible.
Decir que me gusta sería una subestimación, lanzada en el 2006 a manos de un director cuyas obras anteriores son bastante depresivas (bastó con ver Requiem For A Dream para dejarme con una sensación de tristeza por mucho tiempo), The Fountain tiene como argumento principal la relación de Tommy Creo e Izzy Creo, pero a partir de ahí, la historia se ve entrelazada por una serie de situaciones/mundo donde la América del siglo XVI y el espacio exterior son los escenarios. No es mi intención discutir de que trata la película, basta hablar con otra persona para darse cuenta de la increíble variedad de interpretaciones que pueden surgir de su trama, esa es una de las cosas que más me atrajo, en un nivel superficial se pude ver el argumento de perder a un ser querido y eventualmente seguir con la vida, pero a medida que se adentra en las intrincadas historias paralelas, la explosión de Xibalba, el árbol de la vida y la muy simbólica consecuencia de beber su blanca sabia, el papel de la Iglesia, el tatuaje, en fin… las percepciones producto de estos elementos vuelven la experiencia cinematográfica mucho más gratificante
Uno de los factores más prominentes es sin lugar a dudas el maravilloso soundtrack que acompaña a la película, una obra maestra creada por uno de los compositores contemporáneos más laureados, Clint Mansell, quien junto con Kronos Quartet y el grupo instrumental/post rock Mogwai, lograron reflejar a la perfección la atmósfera de la película. Al igual que en algunas de sus otras producciones, Mansell juega con cierta melodía desde el inicio, y mediante variaciones esta se va convirtiendo gradualmente en un personaje más, a lo largo de las canciones esta melodía aparece, se transforma, se acopla, actúa. A veces puede pasar desapercibida, o puede adquirir un punto focal en la canción, todo depende de que escena se trate.
En especial siento un gran apego a la influencia de Mogwai la cual veo representada, en todo su esplendor, en la última canción “Death Is The Road To Awe” y su addendum “Together We Will Live Forever”. Aquí tanto el soundtrack como la película llegan a un clímax de proporciones galácticas...literalmente. La melodía omnipresente antes mencionada aquí se vuelve la protagonista y con el paso de la instrumentación llega a un estallido sónico, sincronizado con la explosión de Xibalba y eventualmente el fin de la película. No digo más, simplemente hay que experimentarlo para darse cuenta de la tremenda fuerza que conlleva la perfecta combinación entre música e imagen.