Tensión, acumulación,
construcción, clímax, descanso. Cuando se habla de rock instrumental todas esas
palabras se vuelven bastante útiles para caracterizar la dinámica musical de este
género tan grande, ambiguo y contradictorio ¿Pero qué pasa si agregamos
términos como lujuria, liberación espiritual, trascendencia, u orgasmo? Incluyo
esto en la discusión debido a que para poder describir el nuevo disco de Niño
Koi es necesario que le prestemos atención al nombre que lleva. La Pequeña
Muerte es un título muy sugestivo, para los francoparlantes será evidente que
se trata de una frase idiomática (La
Petite Mort), la cual en términos generales funciona como una metáfora que
engloba la sensación de experimentar el arte, la melancolía y la vida de manera
intensa. Antes de escuchar las canciones de primera entrada ya la banda nos
promete emociones fuertes.
La Pequeña Muerte llegó
en un momento extraño, la transición entre la época lluviosa y la época seca no
se vuelve tacaña con los contrastes, mientras que los días son apacibles,
soleados y predecibles, en las tardes el gris se acomoda trayéndonos tormentas,
rayos, granizo y ropa mojada. Tal vez sea mera coincidencia pero esta mención
climatológica no es gratuita, y es que el disco de Niño Koi se caracteriza por
sus contrastes: La Pequeña Muerte se mueve entre la luz y la oscuridad, entre
la tranquilidad y la violencia, entre la contemplación y la rapidez, entre la
melodía y la textura.
El
disco inicia con El Último Rey de Talamanca, un instrumento de viento establece
la atmósfera de antigüedad, con un llamado monolítico empezamos por las raíces
y la batería nos trae a golpes a la modernidad. En esta primera canción queda
claro que Niño Koi sabe cómo jugar con el volumen y los silencios, el espacio
en blanco entre sonidos es como un respiro intermitente el cual nos permite
restaurar energía y seguir con el maratón.
Cánticos
chamánicos funcionan como un puente para introducir Unio Naturalis, aquí se
evidencia la yuxtaposición de suaves y deliciosas melodías
con riffs fuertes
y vigorosos; esa una de las particularidades de mayor presencia en todo
el disco y uno de los ejemplos más determinantes del juego de contrastes mencionado
anteriormente. El uso de samples se introduce en esta pieza y sorpresivamente
no suenan fuera de lugar. Poco importa que se haya empezado con voces místicas
y segundos después se escuchen monólogos digitales, árboles y pavimento,
espíritu y contemplación terrenal, todo se une para formar un ente coherente y
masivo. ¿Adónde Está la Noche? completa la primera tríada de canciones, en mi
opinión esta primera parte del disco es la mañana soleada, a pesar del ajetreo
nos movemos con cierta certeza acompañados de la luz. A medida que termina la
canción se escuchan gritos esporádicos, tal vez se intuye lo que está por
venir. I es un interludio bienvenido, la melodía de guitarra es sumamente nostálgica
y no miento al decir que es uno de mis momentos favoritos de todo el disco.
Giulietta Guicciardi, una voz incorpórea nos
habla en francés, al ser la pieza más larga de todo el disco también es una de
las mejor estructuradas, en los primeros minutos hay ciertos silencios que
crean tensión, como si se acercara una tormenta, pero resulta ser una falsa
alarma, la bella melodía de guitarra se va desarrollando, el ritmo sonoro
crece, el crescendo llega a un abrupto fin a la mitad de la canción, Giulietta
nos hipnotiza con su diálogo de amor y el tempo empieza a acelerarse de nuevo
para llegar a un clímax digno de una pequeña muerte, sin duda uno de los puntos
altos de todo el disco, al final se oyen campanas, un ritual, un llamado a
congregarse, o tal vez una advertencia para alejarnos.
Mátalos a Todos hace su aparición
y ya es demasiado tarde para escapar, esta canción es frenética, es violenta,
es implacablemente agresiva y al mismo tiempo sumamente estimulante. Para este
punto ya las nubes se han asentado sobre nuestras cabezas, a la mitad de la canción
sentimos las primeras gotas rebotando, se avecinan truenos, pero el sonido nos
paraliza y nos estalla en la cara. Esta segunda parte del disco es oscura, es
amenazante, 3:00 AM da inicio con una oración, otro elemento que remite a
rituales, primero los cantos chamánicos y luego las campanas. En mi mente Niño
Koi nos está proponiendo estructura, un tempo controlado de nuestra rutina
mientras escuchamos el disco para dejar lo que estamos haciendo y realmente
concentrarnos, sin duda una escuchada superficial dejaría de lado estos
elementos cohesionadores.
El segundo interludio
es el hermano siamés del primero, son como las dos caras de una misma moneda,
pero mientras que el primero se desvanecía y terminaba en silencio, el segundo
se ahoga en una estática abrasadora.
Los dos últimos temas
cierran con sello de parafina el viaje por el que nos han llevado los
miembros de la banda, El Sueño de la Razón es una de mis canciones favoritas de
todo el disco, el título probablemente remite a la obra clásico de Goya y para efectos de
sinergia artística podemos utilizar dicha pintura para interpretar la canción
(pero no es mi objetivo hacerlo yo por usted, le queda de tarea). Pequeña
Paris, llegamos a nuestra casa, nuestra ropa está empapada y casi morimos en la
rayería. Nuestra pequeña Paris para nuestra pequeña muerte.
Niño Koi en vivo demuestran
una sinergia, un entendimiento mutuo que une la instrumentación de una manera
tan fuerte que, incluso en los momentos más frenéticos, ninguno de los miembros
se pierde o se dispersa en el mar de sonidos. No he visto a la banda en vivo
tantas veces como quisiera, pero en la noche de presentación del disco algo
especial sucedió, se sentía en la atmósfera, sin duda estábamos presenciando
una bestia completamente diferente, con dientes afilados, garras
ensangrentadas, máscaras anónimas y sacos fúnebres. El ritual en su máxima expresión.
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La Pequeña Muerte se puede escuchar y descargar gratuítamente aqui http://ninokoi.bandcamp.com/
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