10/16/12

Niño Koi - La Pequeña Muerte





Tensión, acumulación, construcción, clímax, descanso. Cuando se habla de rock instrumental todas esas palabras se vuelven bastante útiles para caracterizar la dinámica musical de este género tan grande, ambiguo y contradictorio ¿Pero qué pasa si agregamos términos como lujuria, liberación espiritual, trascendencia, u orgasmo? Incluyo esto en la discusión debido a que para poder describir el nuevo disco de Niño Koi es necesario que le prestemos atención al nombre que lleva. La Pequeña Muerte es un título muy sugestivo, para los francoparlantes será evidente que se trata de una frase idiomática (La Petite Mort), la cual en términos generales funciona como una metáfora que engloba la sensación de experimentar el arte, la melancolía y la vida de manera intensa. Antes de escuchar las canciones de primera entrada ya la banda nos promete emociones fuertes.

La Pequeña Muerte llegó en un momento extraño, la transición entre la época lluviosa y la época seca no se vuelve tacaña con los contrastes, mientras que los días son apacibles, soleados y predecibles, en las tardes el gris se acomoda trayéndonos tormentas, rayos, granizo y ropa mojada. Tal vez sea mera coincidencia pero esta mención climatológica no es gratuita, y es que el disco de Niño Koi se caracteriza por sus contrastes: La Pequeña Muerte se mueve entre la luz y la oscuridad, entre la tranquilidad y la violencia, entre la contemplación y la rapidez, entre la melodía y la textura.  

El disco inicia con El Último Rey de Talamanca, un instrumento de viento establece la atmósfera de antigüedad, con un llamado monolítico empezamos por las raíces y la batería nos trae a golpes a la modernidad. En esta primera canción queda claro que Niño Koi sabe cómo jugar con el volumen y los silencios, el espacio en blanco entre sonidos es como un respiro intermitente el cual nos permite restaurar energía y seguir con el maratón.

Cánticos chamánicos funcionan como un puente para introducir Unio Naturalis, aquí se evidencia la yuxtaposición de suaves y deliciosas melodías con riffs fuertes y vigorosos; esa una de las particularidades de mayor presencia en todo el disco y uno de los ejemplos más determinantes del juego de contrastes mencionado anteriormente. El uso de samples se introduce en esta pieza y sorpresivamente no suenan fuera de lugar. Poco importa que se haya empezado con voces místicas y segundos después se escuchen monólogos digitales, árboles y pavimento, espíritu y contemplación terrenal, todo se une para formar un ente coherente y masivo. ¿Adónde Está la Noche? completa la primera tríada de canciones, en mi opinión esta primera parte del disco es la mañana soleada, a pesar del ajetreo nos movemos con cierta certeza acompañados de la luz. A medida que termina la canción se escuchan gritos esporádicos, tal vez se intuye lo que está por venir. I es un interludio bienvenido, la melodía de guitarra es sumamente nostálgica y no miento al decir que es uno de mis momentos favoritos de todo el disco.

Giulietta Guicciardi, una voz incorpórea nos habla en francés, al ser la pieza más larga de todo el disco también es una de las mejor estructuradas, en los primeros minutos hay ciertos silencios que crean tensión, como si se acercara una tormenta, pero resulta ser una falsa alarma, la bella melodía de guitarra se va desarrollando, el ritmo sonoro crece, el crescendo llega a un abrupto fin a la mitad de la canción, Giulietta nos hipnotiza con su diálogo de amor y el tempo empieza a acelerarse de nuevo para llegar a un clímax digno de una pequeña muerte, sin duda uno de los puntos altos de todo el disco, al final se oyen campanas, un ritual, un llamado a congregarse, o tal vez una advertencia para alejarnos. 

Mátalos a Todos hace su aparición y ya es demasiado tarde para escapar, esta canción es frenética, es violenta, es implacablemente agresiva y al mismo tiempo sumamente estimulante. Para este punto ya las nubes se han asentado sobre nuestras cabezas, a la mitad de la canción sentimos las primeras gotas rebotando, se avecinan truenos, pero el sonido nos paraliza y nos estalla en la cara. Esta segunda parte del disco es oscura, es amenazante, 3:00 AM da inicio con una oración, otro elemento que remite a rituales, primero los cantos chamánicos y luego las campanas. En mi mente Niño Koi nos está proponiendo estructura, un tempo controlado de nuestra rutina mientras escuchamos el disco para dejar lo que estamos haciendo y realmente concentrarnos, sin duda una escuchada superficial dejaría de lado estos elementos cohesionadores.

El segundo interludio es el hermano siamés del primero, son como las dos caras de una misma moneda, pero mientras que el primero se desvanecía y terminaba en silencio, el segundo se ahoga en una estática abrasadora.

Los dos últimos temas cierran con sello de  parafina el viaje por el que nos han llevado los miembros de la banda, El Sueño de la Razón es una de mis canciones favoritas de todo el disco, el título probablemente remite a la  obra clásico de Goya y para efectos de sinergia artística podemos utilizar dicha pintura para interpretar la canción (pero no es mi objetivo hacerlo yo por usted, le queda de tarea). Pequeña Paris, llegamos a nuestra casa, nuestra ropa está empapada y casi morimos en la rayería. Nuestra pequeña Paris para nuestra pequeña muerte.



Niño Koi en vivo demuestran una sinergia, un entendimiento mutuo que une la instrumentación de una manera tan fuerte que, incluso en los momentos más frenéticos, ninguno de los miembros se pierde o se dispersa en el mar de sonidos. No he visto a la banda en vivo tantas veces como quisiera, pero en la noche de presentación del disco algo especial sucedió, se sentía en la atmósfera, sin duda estábamos presenciando una bestia completamente diferente, con dientes afilados, garras ensangrentadas, máscaras anónimas y sacos fúnebres. El ritual en su máxima expresión.

..........................

La Pequeña Muerte se puede escuchar y descargar gratuítamente aqui http://ninokoi.bandcamp.com/

5/24/12

Greg Haines - Digressions


Han pasado un par de horas, la conversación galopa de un extremo al otro, los temas parecen fluir sutilmente y pareciera que todo está por decirse, una idea conlleva a otra y cuando menos nos damos cuenta, estamos hablando de algo totalmente distinto a lo que dio origen a nuestras palabras. Salirse de la tangente, desviarse, intercalarse imperceptiblemente entre motivos, opiniones y puntos de vista. Las digresiones nos permiten salir del hilo del discurso y proponer algo diferente. 

En el nicho de la música clásica contemporánea, el dictar un cambio de tema intencionalmente ha sido una constante durante los últimos años, cada vez y con más dinamismo, jóvenes compositores absorben las reglas, preceptos y pautas de composición tradicional para después modificarlas, imprimirles un sello distintivo y acercarlas a movimientos musicales de carácter más contemporáneo. Desde la mezcla con la electrónica, el post rock y la música ambiental, es posible detectar los patrones que se están conformando dentro de esta corriente.  

Greg Haines se inserta dentro de esta dinámica de manera sorpresiva con su nuevo disco. Este compositor de origen inglés y actualmente radicado en Berlín se ha encarrilado decididamente en la vía de (re)composición electrónica, la fuente de su sonido como veremos más adelante es bastante peculiar, pero el factor más notable y el que hace que este sea un disco verdaderamente brillante radica en el trabajo post-grabación, es decir, en el procesamiento, mezcla, masterización y conceptualización del sonido. 

Digressions nace como un trabajo comisionado por The Theale Green Community School Chamber Orchestra, el objetivo era que Haines hablara y trabajara con los estudiantes; durante un periodo de tres meses se fue conformando lo que sería la base sonora del disco, lo cual deja una interrogante en particular, estos eran estudiantes, evidentemente no profesionales, por lo que muchas de las secciones no terminaron realmente a tono, sin embargo el mismo Haines confirmó que trabajar con estas secciones “imperfectas” constituyó un desafío y terminó siendo uno de los elementos más divertidos del proceso de grabación

Musicalmente Digressions se estructura bajo los conceptos de tensión y liberación, me parece que la palabra adecuada aquí es restricción, el sentido de moderación que muestra Haines es inigualable. El sonido es elusivo y distante, y al mismo tiempo distintivo y sólido. En ocasiones me encontré conteniendo la respiración esperando que la composición llegara a su clímax, y a pesar de la majestuosidad en la que se maneja el disco, nunca llega a ser dramático ni sobre saturado, los arreglos son tan sutiles que pareciera que llegan a un punto de tensión por pura casualidad, de la misma manera en que las digresiones se manifiestan imperceptiblemente, el tono pasa de contemplativo a reluciente de forma natural; y eso no es para nada fácil. 

La manera en que el compositor logra procesar el factor electrónico como un instrumento más dentro de la unidad, en lugar de crear una clara distinción entre los instrumentos de la orquesta y el sonido de computadora es laudable. Artistas como Jacaszek son maestros en el ámbito electroacústico, pero siempre crean esa línea clara entre lo orgánico y lo sintético, Haines al contrario logra mimetizar ambos elementos, haciendo que todo se escuche distintivo pero al mismo tiempo relacionado como parte de un todo. 

El disco está lleno de momentos brillantes, "Ernetti" da inicio al trayecto introduciendo un ambiente lúgubre y espacioso, un sonido de órgano se escucha enterrado bajo las capas de electrónica procesada (me recuerda en parte a Tim Hecker en su último disco). No obstante esta introducción no da ninguna pista de lo que se aproxima, es con “Caden Cotard” que el fantasma muestra su cara, se pone en evidencia el rol que tiene el piano como componente cohesivo en todo el disco, y también se observa como diferentes elementos se sumergen a sí mismos para luego reaparecer en partes críticas del disco sin que su ausencia fuera evidente; el crescendo en esta segunda pieza es colosal y un ejemplo claro de lo que mencionaba antes sobre la sutileza con que se maneja la composición. En “183 Times” vemos al violín tomando el rol principal, su tono melancólico es obra de Iden Reinhart, uno de los tantos invitados en el disco. “Azure” y “Nueblo Pueblo“ son las canciones más largas del disco y funcionan como conclusión, la primera con una base rítmica a base de piano bastante dinámica, y la segunda como el escenario donde el polvo se asienta, la tormenta se aleja en el horizonte y la calma se vuelve reinante. 

El arte del disco es un ejemplo de diseño gráfico por excelencia, es evocativa y muestra una interpretación bastante interesante de la música, el carácter fantasmal, los objetos difuminados y superpuestos unos sobre los otros como capas de una entidad incorpórea, el tono azulado del círculo remite a la canción “Azure” mientras que la caja da un sentido de peso y solidez y la piedra brinda el aspecto orgánico al mismo tiempo que los objetos de vidrio remiten a la idea de pureza y transparencia. Pocas portadas han atrapado mi atención de una manera tan directa como esta, sería bueno que más artistas se preocuparan por incluir el arte del disco como parte esencial de la composición, permitiendo que el concepto se traslape entre los diversos niveles que constituye un disco. (Más información del fotógrafo aquí

Para concluir y evitar caer en más digresiones, Haines ha creado uno de los mejores discos de música clásica contemporánea/ambiental/minimalista, + cualquier etiqueta adicional que se le quiera agregar, del 2012. No es sorpresa que algunos del nombres detrás de la producción de este disco sean también grandes exponentes de este nicho como Dustin O'Halloran, Peter Broderick y Nils Frahm. En estos tiempos de acceso casi ilimitado a la mayoría de música que se lanza comercialmente, el reproducir un disco repetidas veces se vuelve algo anómalo, pero cuando suceda es porque realmente lo merece, en el caso de Digressions ese “replay value” es sumamente gratificante. 

4/24/12

Puzzle Muteson - En Garde

En uno de los primeros capítulos de la clásica novela de Kazuo Ishiguro, The Remains of the Day, el protagonista hace una detallada descripción del paisaje rural inglés. En su monólogo interno, el personaje se cuestiona acerca del origen de la belleza panorámica y explica cómo, desde su punto de vista, el paisaje de Inglaterra es superior al de cualquier otro lugar. Su explicación se basa alrededor de la idea de que en la campiña inglesa hay una carencia de espectáculo y drama obvio, su incomparable atractivo yace en su quietud, en su sentido de restricción, es casi como si la tierra misma estuviera consciente de su propia belleza, por lo que no siente necesidad de hacerla dolorosamente evidente. 

Pasando de asuntos geográficos a cuestiones más musicales, este razonamiento puede darnos una pista acerca de la propia naturaleza de algunos discos. Muchas veces la ambición por abarcar cuantiosas tonalidades, ritmos, melodías e ideas tiene como consecuencia un sobresaturado mosaico sónico, el cual puede ser redimible para muchos; sin embargo para mí, la mayoría del tiempo, son difíciles de digerir y en su propia evidencia, llega a cansar. Con esto no quiero decir que géneros tan ambiguamente llamados “avant-garde” sean inferiores, sino que desde mi punto de vista y gusto particular, me gustan las cosas menos obvias. (Y esto lo dice alguien cuyo disco favorito mezcla como mínimo 5 géneros distintos) 

¿Qué tiene que ver todo esto con Puzzle Muteson? Pues todo, de origen londinense y actualmente asentado en la Isla de Wight al sur de la Gran Bretaña, este cantautor parece que ha tomado las características del paisaje inglés presentes en el aire, en la tierra y en el agua, y las ha destilado en una sustancia mágica para afinar su voz y su guitarra. Empecemos por la voz, trémula, enigmática, distante, acogedora, sus cuerdas vocales tiemblan a través de un falsete que fue diseñado específicamente para acompañar los melancólicos toques de guitarra que recorren las 10 canciones del disco, es una voz que está a punto de quebrarse, frágil como la hoja de un árbol en los primeros días de un otoño inglés, empero no pasa desapercibida, su etérea presencia es esencial, inocua en ocasiones, fuerte y dinámica en otras; no hay duda de que la capacidad vocal de Terry Magson (nom de plume Puzzle Muteson) fue uno de los factores decisivos para su entrada en la prestigiosa disquera islandesa Bedroom Community


La música, fútil sería tratar de catalogar, pero sin duda navega en la intersección entre el folk, la electrónica y la orquestación. La base son las melodías acústicas de la guitarra, y a su alrededor se entrelaza toda una dinámica de piano, sintetizadores, percusiones, violines, violas, arpas, trombones, cellos y fagots. No obstante, nunca se siente saturado, todo lo demás es solamente un telón elegantemente estructurado para la tenue voz de Magson (¡Y qué telón! con Nico Muhly, Valgeir Sigurðsson y Nadia Sirota como sólo algunos de los actores de reparto). 

Entre las canciones más destacables está “I Once Was a Horse” la cual pone el tono con el que se desarrollará todo el disco, sonidos de la naturaleza se filtran a través de las grietas en la madera de la guitarra, los arreglos orquestales y los sintetizadores dan el peso necesario para llevar la pieza a un plano sublime. “Water Rising” con los cellos abriendo la puerta de bienvenida es sencillamente perfecta, los golpes de piano marcan el ritmo mientras una percusión que asemeja el sonido de pasos firmes sobre roca crea una imaginería de estar caminando a lo largo de los acantilados ingleses, observando como el agua sube, oxida y vuelve a bajar, el mismo patrón, todos los días.

El sencillo que le da título al disco cuenta con una inclusión magistral de cuerdas y un cuasi clímax en la mitad de la canción (el video es una obra de arte por su propio peso, pero vale la pena notar que el matiz grisáceo que lo acompaña es una indudable representación gráfica de los tonos musicales en lo que se desenvuelve el disco). Medusa introduce una guitarra eléctrica lo-fi y la inclusión de una segunda voz masculina, furtiva, que complementa estupendamente el timbre vibrante de Magson. Finalmente pienso que es importante mencionar "Perspex Disguise" porque es prácticamente la ceremonia del maridaje perfecto entre guitarra acústica y piano.  

En Garde es un disco bastante accesible, pero al parecer ha pasado desapercibido por el mundo del indie/folk. Tal vez sea debido a su carácter reflexivo, la esencia de Puzzle Muteson no se revela de manera obvia en una primera escuchada, el laberinto (pun intended) tenue de melodías se va construyendo a medida que las capas de sonido se descubren como parte de un todo. En Garde es contemplación, es sobre estallar sin drama.