Ese fue el mensaje principal en la colección de otoño 2006 de Ann Demeulemeester. Una frase de optimismo simple y directa, preparada para romper con el cinismo en el que muchas veces se ve envuelto el mundo de la moda, pero cuando se habla de Demeulemeester, un término como "la moda" se queda corto para representar su reservado, anti-heroico y sumamente personal mundo.
Ann Demeulemeester es una diseñadora belga, proveniente de una de las escuelas más aclamadas de ese país y con una perspectiva honesta sobre el negocio en el que se maneja a diario. Sus diseños juegan en un escenario donde la fantasía y el romanticismo se mezclan con la carencia de culto a las celebridades, dándole paso a la atención a los detalles y una verdadera relación personal entre la persona que usa sus diseños y estos en sí.
Hace unas semanas la revista "Nomenus Quaterly" lanzó una serie de fotos como una forma de sintetizar al "Hombre" de Ann Demeulemeester, por medio de la utilización de sus diseños esparcidos a lo largo de los años, las fotos logran captar la esencia de su visión. Cortes asimétricos, siluetas relajadas, insinuaciones modernas del pasado, textiles lujosos, estampados sobrios...en fin, elementos que significaron para mí una nueva concepción sobre lo que es estilo y como este con el tiempo puede llegar a ser una imagen de nuestra personalidad y cultura.
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